miércoles, 25 de marzo de 2009

FALLECÍO STEFANIA MOSCA



Ayer, luego de una ardua lucha contra el cáncer, falleció Stefania Mosca (1957-2009). Egresada de la Escuela de Letras de la UCV y magister de la Universidad Simón Bolívar. Stefania nos deja tres extraordinarios volúmenes de cuentos: "Seres cotidianos", "Banales" y "Mediáticos", tres libros de ensayos "La memoria y el olvido" y "Borges y la utopía" y "El suplicio de los tiempos" y las novelas "La última cena", "Mi pequeño mundo" y "El circo de Ferdinand". La parodia y la ironía como herramientas de cuestionamiento de la realidad que le tocó vivir son su más evidente legado. Su vitalidad y agudeza nos queda a aquellos que tuvimos la suerte de compartir con ella. Más allá o más acá de la triste catalogación que padecemos en la actualidad los escritores venezolanos, en chavistas o no chavistas, espero que el tiempo reivindique la obra extraordinaria de esta amiga escritora, cuya obra cuentística trabajé en mi texto de grado con el cual obtuve el magister en literatura venezolana por la Universidad Central de Venezuela. Dejo aquí a los eventuales lectores de mi blog un texto que leí el año pasado en un homenaje que se le hizo a Stefania en la Fería del libro en Los Caobos. Hasta siempre, flaca:


MUJERES DE ARMAS TOMAR: FÉMINAS URBANAS DEL NUEVO MILENIO
Beatriz Alicia García
(homenaje a Stefania Mosca en la Feria Internacional del Libro de Caracas, 2008)

Hablar hoy de la mujer venezolana y sus distintos roles en la sociedad nos parece natural, pero apenas 50 años atrás nuestras mujeres sólo tenían una aspiración en la vida: encontrar un buen marido, conformar un hogar y una familia y ser "feliz para siempre". En ese entonces era jurídicamente menor de edad, debía representarla una figura masculina de la familia: el padre, un hermano, si era soltera, o el marido, si era casada. Esa situación, sin duda, limitaba sus posibilidades de crecer personalmente y desarrollarse a plenitud como ser humano. Sin hablar, digamos, de lo que podía significar tener que aguantar "para siempre", "en las buenas y en las malas" y con todos los cachos posibles, a un esposo que les saliera malo. Entre madres y monjas se quedaba la cosa, para no mencionar otros roles indecorosos que se nos han endilgado desde la antigüedad, como el de ser brujas o prostitutas, ser las culpables de la perdición de los hombres, desde que Adán y la raza humana fueran arrojados del Paraíso, por culpa de una mujer malvada llamada Eva.
Afortunadamente para nosotras hoy las cosas han cambiado. Las mujeres hoy nos movemos en distintos ámbitos de actuación, que van desde los roles tradicionales de esposas y madres, pasando por el desempeño en distintas profesiones, llegando incluso a presidir altos cargos públicos, hoy tenemos una presidenta en la Asamblea Nacional y otra en la Corte Suprema de Justicia. Pero en realidad, ¿qué tanto han cambiado las cosas en el terreno de lo íntimo, de lo privado?¿Qué tanto han cambiado las relaciones entre los hombres y las mujeres?¿No se sigue esperando que la mujer sea la responsable de las labores típicamente hogareñas, además de atender sus responsabilidades profesionales?¿De qué modo representa la literatura, y en específico nuestra literatura, a la figura femenina?
En los años recientes me planteé, como proyecto de grado para obtener el grado de magister en literatura venezolana, revisar de qué modo algunas de las escritoras venezolanas contemporáneas han representado en su narrativa breve a la mujer y los roles sociales que cumple en la actualidad. En una investigación anterior había encontrado que durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX los escritores habían reiterado una visión tradicional y trágica del sujeto femenino. En sus textos narrativos las mujeres o eran buenas y maltratadas por el hombre, (con frecuencia se volvían locas o tenían una muerte prematura) o eran seductoras y destruían a los hombres que las amaban, o por lo menos los llevaban por el mal camino. No había términos medios.
Dos años atrás, o quizá un poco más, leyendo algunos cuentos de Seres cotidianos de Stefania me llamó la atención precisamente la galería diversa de personajes femeninos que había en ese libro, los cuales no se atenían a las representaciones tradicionales del sujeto femenino. Como había tenido que descartar mi proyecto inicial para culminar la maestría, me dije, tal vez ése podría ser un proyecto interesante, es decir, indagar en ése y otros libros de cuentos escritos por mujeres si ellas, a diferencia de los escritores hombres, estaban proponiendo en sus textos una visión distinta de la mujer. Estas mujeres urbanas representadas en Seres cotidianos no eran dulces y resignadas féminas sufriendo a causa de algún machista maluco. Sufrían sí, porque la mayor parte de ellas eran mujeres abandonadas por su amado, pero no se resignaban en lo absoluto, en su discurso con frecuencia lo increpaban, le pedían explicaciones, pedían la cabeza del ingrato. Como es el caso de los personajes de "Unas son de despecho" y "Alegato". Veamos:

"La verdad, sin camisa verde en el recuadro, la verdad, chico. La verdad es el estatus, por qué perderlo, la verdad, es que imposible tú y yo, no estoy tan loco por ti para dejarlo todo" ("Unas son de despecho")

"Muy bien: engañas, dices un falso paradero, das falsas razones. No sé cómo puedes pensar que soy tan tonta. Me enfurezco. De pronto puede invadirme de modo total la urgencia de tu sangre, comer de ella, ver ajada la sonrisa de burla y futil satisfacción en la cara de tu nombre que anda por allí diciendo más mentiras y cree que así conseguirá su sitio en el mundo" ("Alegato")

Estos narratarios, a quienes se dirigen estas mujeres "de armas tomar", son hombres de poder, y el poder es un tema sobre el que le ha interesado indagar a Stefania. En sus novelas "Mi pequeño mundo" y "El circo de Ferdinand" se parodia, con no poco de aguda reflexión y terrible ironía, los traspatios del poder, los laberintos destructivos que pueden vincularse al poder político, económico. Al final de ambas novelas la violencia acaba con los protagonistas, los destruye. En algunos de sus textos breves, la violencia es también un eje temático, pienso en cuentos como "Sotto voce" o "Acorralada" de Seres cotidianos, que se centran en las secuelas psicológicas de la violencia:
"Tengo su mano amarga en el rostro; sentí la ira y el dolor por cada uno de sus dedos; el dolor, y no soy patética, sino dolor, ustedes entienden, esa cosa de todos los días que uno arrastra" ("Sotto voce")
"Mi futuro no me alivia aunque sea dichoso ¿entienden?" ("Sotto voce")
"Los veo de cacería, sedientos, ávidos de una presa" (Acorrala)
"Son las dos de la mañana y ya debería suponer que se han cansado, que la cinta o la película se les acabó por hoy. Pero lo sé, lo temo, creo que me escuchan pensar. Quiero olvidar su amenaza...Y si me descubren. Si hay algo equivocado en mi intimidad, en mis preferencias" ("Acorralada")
Mientras que en un relato como "Residencias Pascal" nos encontramos in sito con los acontecimientos, no hay mucho espacio para la imaginación, desde la primera línea estamos en plena balacera. Cito:
"La bala apenas si rozó la noche que salía mecánica del ascensor. Una sombra saboteaba la cinta de programación de nuestro único y apenas sobreviviente elevador. El profesor alemán del pent house lo sorprendió. Era Souto, el pistolero del Pascal. Al verse descubierto, el hombre bajo, regordete, de ascendencia portuguesa, turbio e intimidador, sacó su revólver y disparó a la rodillas de mi her proffesor."
La violencia de nuestra ciudad ya no es definitivamente algo que se lee en los periódicos sino que se ha metido en el hogar, en los pasillos del edificio de esta narradora y de las otras a las que he hecho referencia. Pero hablemos mejor de acontecimientos menos trágicos, hablemos de las afroditas que se pasean por los relatos de Stefania.
En su segundo libro de cuentos de Banales, me encontré con personajes como Marlene Díaz, protagonista de "La chica cosmo", quien descubre en su adolescencia en la revista Cosmopolitan "un modelo alternativo de mujer, un modelo preferible" al de las ama de casa abnegadas y frustradas como su madre, "por primera vez la mujer se le presentaba gozosa además de bella". En adelante Marlene va a consagrar su vida en convertirse en una "chica cosmo", para las cuales la vida es un goce y no un resignado martirio. En este grupo de bellas se encuentran también las protagonistas de "Gimnasio", uno de los cuentos emblemáticos de la narrativa moscaniana. Por una parte encontramos a una señora, ya no tan joven, que procura mantenerse decorosamente bien en el gimnasio, la cual coincide a la salida del local con "Lola", la "tranfor" más cotizada de Caracas, quien le pide que le de la cola, porque no se siente bien. A ambas las une su interés por la apariencia física, su necesidad de simular, aunque por distintas razones, que son algo que no son. La mujer clase media tiene todo arsenal de productos y rutinas para "mantenerse" joven, aunque ya no lo es; mientras que "Lola" también construye un personaje femenino, con su ropa y su maquillaje, aunque biológicamente ha nacido hombre.
La influencia de lo mediático y la cultura de masas es otro de los ejes de la narrativa de Stefania. No por azar su tercer compendio de relatos se llama Mediáticos y uno de los personajes de este compendio, la mujer que protagoniza "Patz" es un personaje de televisión que está a punto de abandonar al marido, con quien mantiene una simulada historia conyugal feliz. Veamos que nos dice este personaje sobre la idiosincracia nacional: "Nuestra patria, condenada al culto de los héroes, ha olvidado el valor de la vida, de las personas normales. O te rasgas las vestiduras por la patria, o te metes a revolucionario y te follas a todas las niñas del campamento, o te metes a marica. No tenemos valores para la vida normal".
Quisiera cerrar esta galería de personajes femeninos de Stefania Mosca, con dos de sus personajes más interesantes. Uno es una bruja moderna, Astrid, quien protagoniza uno de los relatos más bellos, poéticos y enigmáticos de la autora sobre la que hoy conversamos: "Rostro de mujer" (Seres cotidianos). Ella parece simbolizar el arquetipo que ha vinculado a la mujer con lo oscuro, lo misterioso. Ella ha seducido desde su balcón a Eduardo, quien estaba de paso por la ciudad donde ella vive y ha quedado hechizado al verla. Eduardo, que es el narrador de la historia, la describe así:
"Era tan hermosa. Pese a todas las cosas que llevaba puestas. Las lagartijas bajo la manga, el cofre de plata entre las piernas, unas bolitas de naftalina en los bolsillos, una jaula vacía en las caderas. Pese a no parecerse a nada ni a nadie, Astrid era hermosa".
Cierro mi intervención con uno de los personajes femeninos más transgresores que he leído en la narrativa venezolana, el personaje protagónico de "Passion Fruit" de Banales. Ella es una Afrodita de avanzada edad quien regenta una glamorosa casa de citas, cuyos clientes son profesionales universitarios de buen poder adquisitivo. Pero ella de ningún modo es espectadora nostálgica de lo que sucede en el salón rococó de su morada, por el contrario es participante activa y gozosa de las relaciones sexuales en grupo, en las que participan dos amantes predilectos: un joven ingeniero y un enano violinista que musicaliza las veladas y posee un miembro extraordinariamente dotado para el placer. Las veladas se inician con la degustación de buena comida y buenos caldos, y luego terminan en el salón rococó. En este relato encontramos un lenguaje irónico y paródico, que de principio a fin atrapa al lector. Copio las líneas iniciales:
"Vuelvo al jardín. Cierro los ojos para atrapar el alma de la noche que se hace en tu boca. Mira como suspiras. Estamos acabaditas por dentro. Como las parchitas de Don Alonso. De tanto esperar a que maduren ya están rancias. Secas. Muy arrugadas. Como tú. Quien iba a decir que tu vecino ingeniero agrónomo fuese así, tan bien dotado de cariño, ¡guao!....mi vida"
La mayoría de estas féminas a las que he hecho referencia son mujeres urbanas, e independientes, pero sobre todo, rompen con el esquema tradicional de lo que una mujer debe ser: resignadas y entregadas madres y esposas. Son, en definitiva "mujeres de armas tomar", que además no dejan de ser femeninas, van al gimnasio, cuidan su cutis, disfrutan, hasta donde la trama se los permite, de los favores del macho. Si bien al finalizar mi investigación concluí que la mayoría de los personajes representados no eran felices o no tenían un final feliz; lo que definitivamente si se hizo evidente es que algo está cambiando respecto a la representación de la mujer, en la sociedad y en la literatura: la mujer hoy ha emprendido un difícil viraje en su modo de autodefinirse, y por lo pronto ni ellas mismas ni sus compañeros saben muy bien como replantearse la relación de pareja y eso crea conflictos.